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ESPECIAL TENIS COLOMBIANO: EL RELEVO Y LA ORQUESTA (PARTE I)

por Andrés Peraza
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Por: Pablo de Narváez @Pablodenarvaez7

Especial para El Deportivo (publicado el  jueves 11 de septiembre)

¿Cómo se está trabajando para fortalecer el recambio de la mejor camada de raquetas colombianas, que jugará el repechaje del Grupo Mundial de Copa Davis? Primera parte del informe sobre el panorama del tenis nacional.

Foto: Arturo Velásquez. Copa Davis.

Foto: Arturo Velásquez. Copa Davis.

Sin escaparle a la realidad de otros deportes individuales en Colombia, el tenis nacional vive un momento de esplendor, amén de la actuación de los principales protagonistas. En la arena competitiva y en la rama masculina, como nunca antes en la historia, hay 25 tenistas posicionados en el escalafón profesional ATP, varios de ellos juniors, es decir, menores de 18 años. En 2013 alcanzaron a ser 29.

De ellos, hay seis top 100 ATP tanto en la modalidad de sencillos como en la de dobles: Santiago Giraldo, Alejandro Falla, Alejandro González, Juan Sebastián Cabal, Robert Farah y Nicolás Barrientos, integrantes del equipo de Copa Davis que capitanea Mauricio Hadad y que en septiembre disputará el repechaje del Grupo Mundial que agrupa a las mejores 16 naciones, por tercera vez en su historia todas desde 2010.

Justamente, Giraldo escaló el pasado 4 de agosto, a la casilla 30 del mundo, un hito deportivo en el país que rompe su mismo récord y de paso el de Iván Molina, quien en abril de 1976 logró el puesto 40 del mundo. Aunque esta camada aún no cuenta con un título ATP -el único que hasta ahora ostenta ese mérito es Hadad en Bermuda en 1995- esta generación superó con creces a sus antecesores: en los 90, Álvaro Carlos Jordán, Jaime Cortés y Mauricio Hadad; y los pioneros, William Álvarez, Álvaro Betancur, Jairo Velasco e Iván Molina.

Por su parte, el tenis femenino atraviesa otro presente distinto y con una problemática regional, con 10 jugadoras en el escalafón WTA, entre ellas tres profesionales, Mariana Duque, Yuliana Lizarazo y Catalina Castaño (que sigue en el ranking a pensar de estar alejada de las canchas); y 7 juniors: María Fernanda Herazo, María Paulina Pérez, Laura Arciniegas, Paula Andrea Pérez, Diana Monsalve, María Paula Medina y Vilma Gómez, oriundas del Atlántico, Bogotá y Antioquia. El tenis femenino nacional y mundial exige un tratamiento diferente por los tiempos de maduración biológica y deportiva y por motivos culturales.

Además, en la categoría junior, en donde se pone la lupa cuando se habla del futuro y las esperanzas, en 2013 llegaron a ser 20 en el ranking ITF Junior Femenino y 28 en el ITF Junior Masculino. Las Selecciones Colombia de mujeres de 12, 14 y 16 años no bajaron del podio en el Campeonato Suramericano de su categoría, lo que les dio en 14 y 16 el privilegio de clasificar a los Mundiales. Uno de esos equipos, el de 14 años femenino, es triple campeón suramericano consecutivo y ha clasificado a las últimas cuatro citas planetarias. Cuenta con valores como María Camila Osorio, Sofía Múnera y Emiliana Arango (recientemente vinculada a la empresa IMG Worldwide).

Pero en agosto de 2010, el tenis juvenil colombiano pateó al tablero con la medalla de oro individual conseguida por el bogotano Juan Sebastián Gómez en los Juegos Olímpicos de la Juventud en Singapur, una de las cinco preseas de la delegación nacional en esas justas. Luego de esta hazaña, que le valió el #1 del mundo de la categoría y el patrocinio de Nike, parecía que en Gómez, quien pertenecía al Equipo Fedecoltenis, estaba la ficha más preciada. Este es un caso espejo que sirve de disparador para analizar el presente del tenis juvenil colombiano, y el futuro que se avecina.

El pilar

Con este potencial deportivo y con una mayor y más cultivada afición, ¿cuál es el acompañamiento y el apoyo que se les está brindando a estos jugadores en su formación y transición al profesionalismo en un deporte súper exigente y costoso? ¿Cómo se está trabajando para producir nuevos talentos y fortalecer el relevo generacional de la mejor camada del tenis colombiano, aprovechando el estímulo del gran momento y esos ejemplos?

Para el desarrollo del tenista, es menester una orquesta. Sin la trompeta, sin el violín, sin los tambores, sin el coro, no sonaría igual. En el caso del tenis, la orquesta son los padres, los entrenadores, los patrocinadores y los expertos en ciencias aplicadas. Colsanitas es el mejor ejemplo de que en el tenis el acompañamiento, la guía y la brújula, son indispensables. Su trabajo ha sido definitivo para estar cosechado los resultados que hoy alegran al deporte colombiano. Hay que construir, sembrar con la convicción del campesino.

«Los jugadores profesionales ya no necesitan apoyo, pues lo tienen por sí solo. Hay que poner la lupa en los juveniles para ayudarlos en su etapa de transición», opina el tenista antioqueño Michael Quintero.

En 1995, esa empresa de salud pasó de organizador de torneos y patrocinador, a creador y ejecutor de su propio Equipo Colsanitas, enmarcado en un Programa de Alto Rendimiento con las promesas deportivas que florecían en ese entonces, una labor que desbordó el mero patrocinio: Mariana Mesa, Fabiola Zuluaga, Carmiña Giraldo, Cecilia Hincapié, Ximena Rodríguez. En 1997 se creó el equipo de hombres. Algunas de ellas habían pasado, unos años antes, exactamente en 1991, por el grupo de Uriel Oquendo en la Academia Colombiana de Tenis en Bogotá.

Debió alinear cerca de 30 o 35 jugadores destacados de 12, 13, 14 años de edad, entre ellos, quienes hoy compiten de manera destacada en el máximo nivel: Alejandro Falla, Santiago Giraldo, Robert Farah, Juan Sebastián Cabal y Mariana Duque, que cumplieron un proceso de selección natural y promoción por méritos. Fueron cerca de 10 años, algo así como de los 15 a los 25, de entrega absoluta.

Desde pequeños los deportistas dispusieron, bien o mal, de la infraestructura necesaria y del soporte interdisciplinario con sicólogos, preparadores físicos, nutricionistas y entrenadores de alto vuelo. Y formados en parte en la altura de Bogotá salieron internacionalmente a jugar, preparados gracias a la calidad de entrenamiento, de alimentación y de descanso. Colsanitas invierte unos 2.000 millones de pesos al año en su programa de tenis.

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