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ROCHUS, EN TIERRA DE GIGANTES

por Andrés Peraza
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A sus 33 años y con un kilómetraje que se remonta a más de 16 años en el circuito profesional, Olivier Rochus, colgó sus raquetas esta semana, tras quedar eliminado en su casa, en el Challenger de Mons; ese mismo que en el 2005 lo vio coronarse campeón. Con dos títulos ATP y el puesto número 24 del escalafón masculino como mejor registro, el belga cumplió y enmudeció a más de uno que lo juzgó por su corta estatura.

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Con apenas  168 centímetros, el hermano menor de la familia Rochus, se convirtió en leyenda al ser el jugador de más baja estatura del circuito ATP dentro del top 100. Es cierto que a medida que transcurren los años, el deporte blanco cada vez es más físico, sin embargo, este belga desafió sus carencias corporales y con talento, trabajo y humildad estuvo durante varias temporadas entre los mejores tenistas del mundo.

Sin tener el servicio de Roddick, la derecha de Fernando González, el revés de Gastón Gaudio -aunque este era su mejor golpe- y la versatilidad de Roger Federer; el ‘David’ del tenis se las arregló para sumar victorias importantísimas ante jugadores de la talla de Novak Djokovic, Rafael Nadal, David Ferrer, Robin Soderling y Marat Safín, entre otros.

En el palmarés del ágil Olivier, quedarán estampados sus dos consagraciones ATP, en Palermo en el 2000, cuando apenas tenía 19 años y en Munich en el 2006, curiosamente ambas sobre la superficie que menos le gustaba jugar, tierra batida. Además, celebró un Grand Slam en la modalidad de dobles en el 2004 junto a Xavier Malisse, en Roland Garros. En juveniles, Rochus también se destacó: junto a Roger Federer ganó Wimbledon y se llegó a ubicar en el lugar número 11 a nivel mundial.

Con el adiós del pequeño Rochus, se va una de la mayores técnicas del circuito masculino, esa que resaltó hace uno años Marat Safín de la siguiente manera “Tiene todo el talento del mundo”. Olivier dejó una gran huella en el deporte que lo catapultó a la fama y a partir de él, jugadores de tamaño pequeño, pueden ilusionarse con dejar marca en una competencia que cada día apela más al físico que al propio talento. HASTA SIEMPRE OLIVER..

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