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POR LA RED SE VA A LA FINAL DE SHANGHÁI

por Andrés Peraza
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Impecable. Así se traduce la victoria de Roger Federer, en las semifinales del Masters 1000 de Shanghái, sobre Novak Djokovic por 6-4 y 6-4 y que lo instala en la final de este evento por segunda vez en su carrera. Allí deberá enfrentar a Gilles Simon, que fue capaz de derrotar a Feliciano López 6-2, 7-6 y meterse en una impensada instancia.

Foto: Shanghai Rolex Masters

Foto: Shanghai Rolex Masters

Como sabiendo que esta es su oportunidad, que es este año o nunca, Roger Federer salió agresivo en busca de estar por segunda vez, en cinco años, en el partido decisivo del Masters de Shanghái y poder ganar uno de los pocos torneos que aún no tiene lugar en su extensa vitrina de premios. Sin importar que enfrente estuviera el emperador de China, el ganador de 28 partidos consecutivos en estas tierras, el bicampeón en el Qizhong Forest Sports y el que hace una semana se daba el gusto de ganar su quinto título en Beijing teniendo una semana perfecta y destrozando a su rival en la final, el suizo salió a la pista sin temores ni perturbaciones y dejó inválido al serbio, que venía de mostrar un recital en su encuentro anterior frente a David Ferrer.

En el 27º enfrentamiento entre ambos en el cemento (serie igualada en 13), Federer tomó un sólo camino para destronar a Djokovic en China: un camino que se valía de ser agresivo desde el fondo de la cancha, atacar la primera bola corta que dejara su contrincante e inmediatamente subir a la red, como si bailara en una alfombra roja, para definir el punto con sutileza y exquisitez made in Basilea. Con 33 años, el suizo sabe que pelotear ya no es un mandamiento para su juego y al contrario, debe equilibrar la energía en su tanque de oxígeno cortando las acciones en el primer momento que tenga chance. Ser agresivo contra lo agresivo fue la consigna de Federer en un partido que brilló con luz propia y donde cada vez dejaba incómodo a Djokovic, que no fue capaz de sacar de foco a quien estaba inspirado del otro lado de la cancha.

Un sólo quiebre le bastó al helvético para poner cifras claras en el primer set y dejar en evidencia sus ganas no sólo de deshacerse del rival del día, sino de conquistar el trofeo en una ciudad que le ha sido esquiva e inalcanzable desde el 2009, pero que en años anteriores le permitió coronarse como maestro del tenis. Con una 35 tiros ganadores en todo el encuentro y 23 errores no forzados (uno menos que su rival), Roger Federer dio muestras de lo punzante y afilado que estuvo con su derecha, mientras que su revés era el encargado de abrir ángulos para terminar el punto de manera efectiva. 35 fueron las veces que el ganador de 17 grandes llegó hasta donde su alidada la red (ganó 20) para dejar sin opciones al serbio desesperado y desairado, que no encontraba la fórmula exacta para controlar tal situación que lo dejaba cada vez más sin chances de ganar el encuentro.

Como tratando de emular a su rival, Djokovic tomó la malla los dos primeros puntos del segundo parcial pero sólo fue una cuestión efímera y fugaz, como dándose cuenta que ese estilo no hace parte de su patrón principal de juego. Ante el desconcierto, Federer aprovechó para dar un golpe de gracia que fuera capaz de encumbrar todo a su favor. Con la misma pauta del comienzo, el suizo llevaba las acciones a que terminaran en la red, un ambiente que era de confort para él y de malestar para el campeón defensor, que nunca pudo enderezar un camino desviado desde su juego ni desde el de su rival.

Aprovechando la circunstancia casi definida para Federer, un valiente joven del público fue capaz de pedirle matrimonio a su novia en medio de semejante sinfonía que se resaltaba en el cemento azul de Shanghái; hasta las cámaras dejaron unos segundos de lado la contienda que se llevaba a cabo en la arena para enfocar el acto que le daba un tinte especial al encuentro que Federer ganaba casi por nocaut. En el séptimo juego del parcial, Djokovic intentó encontrar un quiebre que le diera el impulso de meterse en el partido y empezar a imponer su estrategia, pero Roger fue capaz de sacar adelante el único juego donde titubeó el magistral nivel que expuso en todo el encuentro.

Con la pleito consumado, Djokovic, como buen caballero, sólo pudo elogiar la faena que despachó el ganador de 80 títulos en la jornada y lo hizo allí en la red, esa misma que hoy fue su enemiga y el aliado perfecto de Federer. La segunda final en Shanghái llegó para el experimentado tenista de 33 años, padre de cuatro hijos y seguido por muchos en el mundo, que buscará lograr lo que no pudo en 2010 y tachar de la lista el trofeo de este evento que está en stand by. Buscando su 23º Masters 1000, el helvético demuestra el gran 2014 que lleva a cuestas, donde tiene mayor cantidad de victorias en la temporada (60) y más definiciones en el año (9); antes deberá chocar en una final inédita ante Gilles Simon, que derrotó a Feliciano López 6-2, 7-6 y alcanzó la segunda final en un Masters después de 6 años (la primera fue en Madrid 2008, donde perdió vs. Murray). El francés intentará dar un resonante golpe que le dé el mayor triunfo en el tenis a sus 29 años, pero deberá exponer su mejor tenis para vencer a la perfección hecha hombre: Federer.

[author image=”https://pbs.twimg.com/profile_images/473258143418314752/wPCdGPjm_normal.jpeg” ]Fabián Valeth Orozco @Harryelpote: Redactor en jefe de Match Tenis. Creador de TenisBreak. Director y productor de medios de comunicación. Amante del tenis y del periodismo deportivo enfocado hacia este deporte.[/author]

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