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MILENARIO ROGER FEDERER

por Andrés Peraza
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El marco para alcanzar la hazaña era ideal y Roger Federer no lo desaprovechó. Derrotó a Milos Raonic en la final del torneo de Brisbane, se llevó el título y alcanzó la envidiable cifra de 1.000 victorias en toda su carrera.

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Foto: AP

Las circunstancias conspiraron para que la proeza se pudiera dar en un escenario más que ideal. Antes de que acabara el 2014 se sabía que Brisbane podía quedar en la historia de Roger Federer porque allí podría consumarse un hito que en la generación actual de tenis nadie ha experimentado. De hecho, solamente dos tenistas lo han logrado pisar pero hoy sus raquetas están guardadas en el baúl del retiro. El suizo fue cosechando victoria tras victoria y lo que podía darse en la pasada Copa Davis, donde tocó la gloria con los dedos, quedó relegado a Australia con una atmósfera mucho más especial. Roger vislumbraba en el horizonte el título en Queensland para poder ser el dueño de 1.000 éxitos, 1.000 triunfos en una carrera que parece estar copada de récords pero donde siempre hay espacio para uno más.

Batallando en un duelo de más de dos horas, Roger Federer logró batir a Milos Raonic por 6-4, 6-7, 6-4 para lograr lo heroico, lo intrépido y lo memorable. Además de ser campeón en Brisbane, que no es poca cosa, el dos del mundo es el tercer jugador en la historia que logra aterrizar a los mil triunfos. Sobre el calor australiano, el de Basilea puso una marca más para su majestuosa carrera que lo ha llevado al Olimpo, que lo ha catapultado en el lugar de los mejores que han tomado una raqueta. Roger se volvió milenario.

El dos del mundo apretó desde el inicio de la definición. Con la mirada fija en conquistar el millar de triunfos. Raonic fue testigo de ello y se vio sobrepasado en el amanecer; cuando apenas el partido rayaba en los tres games del primer set la principal arma del canadiense fue vulnerada. El servicio no le respondió al ocho del mundo y ayudó a que la manga se fragmentara a favor de Federer, que con la ventaja sabía que la cuestión pasaba por no sufrir contratiempos con su saque y así lo hizo: apenas cuatro puntos perdidos con su saque (uno con el primero) y ninguna chance de quiebre concedida al rival. El libreto perfecto para una obra difícil de interpretar. El ganador de 17 grandes fue él mismo en su máxima expresión, esa versión que cuando aparece en pista parece imposible de superar.

Ante la inspiración del exnúmero uno del mundo, todo parecía convertirse en un monólogo. En la primera disputa del segundo set, disparó un certero zarpazo que hirió a Raonic y supuso el comienzo del fin. Sin embargo, quien estaba como actor secundario empezó a tomar protagonismo y en el único quiebre que dispuso en los dos primeros sets logró infringir los límites del helvético que bajó de la órbita donde se encontraba. Con la pizarra igualada, el canadiense aceitó el servicio y fue una vía fácil para que todo se decidiera en un tiebreak lleno de hermetismo y reserva. Allí prevaleció el gigante balcánico capaz de contener a un Federer que se veía cerca del desenlace pero que atornilló sus piernas tras las repetitivas granadas que disparaba su oponente.

Milos se tomó confianza en un encuentro dominado por los nervios. En la inmediatez empezó a poner en jaque el servicio de Federer que encontraba en los aces la fórmula para sentirse vivo. Pero con el correr de los minutos todo se confundió en un mismo mar, era la lucha de ambos por no ceder ni el más mínimo milímetro que podía marcar la diferencia en un partido trabado. El suizo empezó a cavar; se puso el traje de obra para empezar a construir la victoria. Y fue allí, en el fatídico 5-4 donde cabalgó al indomable y alzó los brazos con jubilo porque la gloria había llegado. Un momento de satisfacción que corría su cuerpo y se evidenciaba con una sonrisa que cubría Brisbane, la misma ciudad que el pasado curso lo vio con el premio de finalista.

Son 83 trofeos en más de 15 años de carrera. Son 1.000 victorias que ha ido labrando desde 1998 y que hoy, tranquilamente, pueden llegar a ser más y más. Al frente tiene las 1.071 de Iván Lendl y los “imposibles” 1.253 de Jimmy Connors y desde su mirada se nota que tiene ganas de más, sin importar que los años sean una reloj en contra. Son récords y más logros que bordean una historia difícil de contar y que cada semana hay que sumar una página más. Es otro año consecutivo, desde 2001, logrando por lo menos un trofeo. Es una nueva ciudad donde Federer impone su nombre y su cetro. Son tantos aditamientos que hacen grande a un grande. Esta vez, sólo hay que resumirlo en uno: Milenario Roger Federer.

[author image=”https://pbs.twimg.com/profile_images/473258143418314752/wPCdGPjm_normal.jpeg” ]Fabián Valeth Orozco @FabianV_: Redactor en jefe de Match Tenis. Director y productor de medios de comunicación. Amante del tenis y del periodismo deportivo enfocado hacia este deporte.[/author]

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